domingo, 16 de octubre de 2011

Las mil formas de ver el cine

  A medida que vas hablando, leyendo e investigando el cine te vas dando cuenta de que no hay una sola manera de acercarse a un texto fílmico, sino que hay cientos o miles (bueno, igual un poco exagerado).Así, si tomamos como ejemplo, yo qué sé, Eduardo Manostijeras, podríamos ver la película fijándonos en la historia que cuenta y en las sensaciones que nos provoca su desarrollo. Esta sería la que la mayoría de la gente usa y probablemente la que a mayor nivel de subjetividad se presta. Pero si rascamos un poco (o un mucho) más en la superficie del texto podemos encontrar perspectivas igual de fascinantes o más.

  Podemos fijarnos en su relación con otros textos, literarios, audiovisuales, mitológicos, artísticos, y ver la relación que tiene con los mitos creadores al estilo de Frankenstein, Prometeo, Pigmalion,... ; o su relación con el romanticismo y la novela gótica y sus ambientes mágicos inscritos en la sociedad victoriana; o vincularlo con el resto de la obra de Burton y comprobar lo que supone este cuento siniestro dentro de la carrera del autor.

  Por otro lado, podríamos analizar la estética del filme, y profundizar en su uso de la fotografía y la iluminación para crear ambientes cromáticos que influyen en el tono de la historia; o acercarnos a su diseño de decorados, vestuario y atrezzo para identificarlo con el cine de terror gótico y con la estética de los felices años 50 americanos.

Estaría también la opción de analizar su guión y la manera en que los personajes están definidos, la profundidad o superficialidad de los protagonistas y secundarios, el interés y peso específico de las tramas, arcos y subtramas de los actantes, o la pertinencia de las peripecias, giros y nudos argumentales de la historia.

Podemos, en resumen, darle peso a cualquiera de las facetas que se nos puedan ocurrir, pero es muy complicado que en el espacio de una opinión, crítica o entrada de blog (ejem) entren o se pueda profundizar en todas ellas. Por eso cuando definimos como "buena" una cinta, tenemos que tener claro a qué análisis de esa cinta nos estamos refiriendo: uno intertextual, estético, narrativo, de género, de guión, psicológico,... o de una ponderación de varios de ellos.

  Lo curioso (o no tanto) del tema es que a medida que discuto sobre cine con distintas personas me voy dando cuenta de que cada uno arrima el ascua a su sardina, en este caso a su ámbito laboral/universitario/investigador. Es decir, cuando un historiador ve "Gladiador", probablemente se estrá fijando casi en exclusiva en su certeza al apuntar datos históricos más que en su capacidad audiovisual o su potencial como narración.

  Desde mi caso particular puedo recordar a científicos que ven "El origen del planeta de los simios" mediados por su posibilidad empírica, doctoras de género que centran "Sucker Punch" en la manera en la que presentan la figura de la mujer o literatos en ciernes que en una adaptación literaria buscan la similitud del transvase a la pantalla. Más dentro aún del mundo de la investigación audiovisual, existen casos a los que solo les interesa la capacidad intertextual del discurso, otros a los que la forma del montaje les parece lo fundamental, aquellos a los que la estética les resulta la base del cine y, cómo no, mi caso, en el que por mucho que trate de desdoblarme en mil campos a la vez, siempre veré el texto visual como una cuestión de encuadre, tiempo narrativo y focalización.

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