domingo, 25 de septiembre de 2011

Viernes 13 VII: La Película (vs Carrie)

Ya tiene tela que tenga que ser la séptima parte la mejor de la saga, pero es lo que hay. Si la quinta era un despropósito sin paliativos y la sexta salvaba el tipo por el viraje al humor y la autoparodia, la séptima plantea un argumento prometedor con hallazgos interesantes (no en vano estaba planteada como un crossover con la creación de Stephen King "Carrie"): el conflicto entre los traumas de la protagonista, la avaricia del terapeuta y la madre incapaz de reaccionar; la panda de adolescentes con una proyección de vida más allá del fin de la película (algo no muy normal en esta saga, en general los chavales son carnes con ojos que sirven para sangrar y poco más, pero en este caso algunos incluso tienen planes, ambiciones e intereses); la creación de ambientes opresivos con fueras de campo a base de juegos de luces y sombras,...

  Tampoco voy a decir que sea buena, que no es para tanto. No iba a ser esta la primera Viernes 13 de calidad, con un material que ya ha demostrado en seis ocasiones que no da para mucho. Pero por lo menos plantea un par de ideas curiosas que refresca un poco el erial que ha sido el mundillo de Jason Voorhees desde su nacimiento-muerte.Vamos, que para ser Viernes 13, ni tan mal.

jueves, 15 de septiembre de 2011

A medianoche me llevaré tu alma: un cuento gótico alargado hasta el pre-gore

Un cuento de Poe alargado hasta la náusea, con toques de un gore muy naif (como corresponde a la época) y con una narrativa y estética que copian a películas al menos 40 años anteriores (sorprende que no sea muda). En eso consiste esta película brasileña. Ojo, no dudo que como documento para el estudio del género en el país sea un icono, pero hablando de relato cinematográfico esto es una castaña con todas las de la ley. 


  Si algo merece la pena destacar del film es el personaje protagonista, un sádico de pura cepa que disfruta torturando y sembrando el terror en su pueblo a cara descubierta. Este relativo hallazgo se va al garete por el tufazo a moral católica de la más rancia que respira todo el argumento, a la escasa y errática caracterización de personajes (se llama guión, amigos, y ya existía de antes) y sobre todo una capacidad de teatralizar los diálogos hasta el ridículo, sobre todo en el alargado final entre tumbas.

  Sumando a todo esto unas peripecias que no hay por donde cogerlas a no ser que suspendas la incredulidad más allá de la labor del director con una buena dosis de setas (¿un pueblo entero de hombres rudos atemorizados por un solo espantajillo de negro?) nos queda una película que podría ser salvable al nivel de memoria histórica pero catastrófica para tratar siquiera de sacar de ella algo de chicha cinematográfica.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Viernes 13 V: Un nuevo comienzo

  La quinta parte de esta saga de terror tiene el honor de ser la peor en una lista que ha dado mucha mierda al género. Si ya la primera parte era solo una mala copia de La noche de Halloween que aportaba poco más que el motivo sexual y la mitología de campamento de verano, esta vez los creadores se lucieron con un caos de película que no acierta ni a nivel de divertimento.

  La fórmula es exactamente la misma que sus cuatro predecesoras, pero donde éstas aportaban un par de elementos interesantes por cinta (por citar alguno, la divergencia de espacios en la cuarta o el ritmo de la persecución final en la primera), la quinta parte solo recicla y copia los más tristes clichés que vinieron antes: la escena del granero es calcada a la de la tercera, los breves momentos de huída tratan de imitar a la claustrofóbica encerrona de la original (que ya de por si era un pastiche bien resuelto de otras cintas) y así durante todo el filme se van desgranando deja vus que más allá de la influencia y la referencia pasan directamente al autoplagio.


  Es una pena que no aproveche un par de ideas que le podrían haber aportado un poco más de gloria, como lo que parece ser una obsesión mutua entre el protagonista y Jason, o la perturbación mental (que no se ve por ninguna parte) de los chavales del campamento. Se esperaría algo así durante la primera media hora, en la que vemos al Tommy, el niño superviviente de Viernes 13 IV, como un joven ligeramente perturbado y con obsesión por los monstruos, o al ver a uno de los internos asesinar a hachazos al huérfano gordito, pero bien pronto se olvida todo para dar rienda suelta a los asesinatos sin sentido de personajes al azar, sin presentación.

En resumen, un sin dios de muertes de todo aquel que pase por allí, mal narrado, mal fotografiado, mal interpretado y encima con un final que trata de añadir chicha donde no la hay. Mal, muy mal

Destino Final 5 y el relato de lo innombrado

  Es complicado para los que nos gusta el género del terror justificar cuáles son las cualidades que vemos en él más allá de la diversión, la descarga de afrenalina, el morbo y esas cosillas. Más complicado aun si hablamos de sagas comerciales que llegan más allá de la tercera parte. Si dices, por ejemplo, que te ha gustado lo último de Saw los que te rodean asumirán que te gustan las vísceras en pantalla y que te has echado unas risas con los colegas mientras torturaban a jóvenes indefensos. Pero si acto seguido les complementas la información con un análisis superficial del uso de la focalización en el porno-terror y la evolución de su uso en esta saga en particular, la cosa cambia.

  Como ya estoy acostumbrado a esta escena, hoy voy a hablar un poco de las virtudes ultra-viscerales (más allá de la casquería) de lo último de una saga que ha basado su éxito, a primera vista, en inventar los modos más absurdos de matar a la gente, y según mi visión del cuento, en la confrontación de los relatos de terror clásico y contemporáneo. Esto es, mientras el miedo contemporáneo tiende hacia el nivel mostrativo como arma para espantar, los relatos siniestros hasta principios de siglo y, por lo tanto, las primeras décadas de la historia del cine, hablan más de lo innombrable del terror recurriendo a la imaginación del espectador/lector para producir imágenes de espanto (recordemos en este punto historias como la que da nombre a este blog, El hombre de arena, o La pata de mono).

  Destino Final plantea al espectador las piezas del puzle que conformarán la muerte de la víctima y deja durante varios minutos a la imaginación del espectador el juntarlas formando decenas de macabras visiones de destrucción corporal para finalmente elegir una de ellas (o inventarse una nueva). En este esquema, la primera parte, la de la imaginación, corresponde al relato clásico, y la segunda, al mostrativo contemporáneo, estableciendo un diálogo entre ambos modelos que reflexiona sobre el poder de lo innombrado en relación con lo nombrado, recalcado y subrayado hasta lo indecible.



  La quinta parte de la saga ahonda este trabajo de concluir el horror imaginado con un terror muy real y físico, y lo hace con una mayor dosis de planteamiento, una mayor preparación del escenario letal con un sinfín de piezas de puzzle para descolocar al espectador acerca del abusivo número de muertes que se podrían suceder. Esta amplia preparación contrasta con las, como siempre, rápidas y fulminantes muertes, que lanzan un mensaje claro al público: no es tan terrorífica la muerte ocurrida como conocer las muertes posibles, es decir, es más intenso el conocer los cientos de peligros que nos rodean en nuestra vida que la muerte accidental misma.

  El trabajo de focalización o punto de vista refuerza esta visión dando a conocer al espectador todos los elementos que podrían causar la muerte, mientras la futura víctima no es capaz de identificarlos. O lo que es lo mismo, al elevar nuestro punto de vista sobre el del personaje que va a morir se nos permite imaginar, al estilo clásico, los horrores que serían posibles en ese escenario, además de aumentar el suspense al dejar al protagonista sin el conocimiento de esos horrores.

   Este es un análisis muy superficial del subtexto genérico que sostiene esta saga de películas y esta entrega en perticular. Se podría ahondar mucho más en este tema, y sería aun más interesante entrar a explicar el trabajo narativo que hay en ellas (es en especial el análisis que se podría hacer del uso de la división de espacios, el fuera de campo y la profundidad y la pared de fondo), pero para una reseña de un blog ya vale con lo hecho.

Lo dicho, un poco más de perspectiva al hablar de un género tan complejo como el terror, que no solo Bergman sabía hacer subtexto.