domingo, 18 de diciembre de 2011

Canibal Feroz, sangre entre la porquería

  No es que me esperara gran cosa de Cannibal Ferox, esencialmente porque la película con la que se la suele comparar es Holocausto Canibal, tampoco es la cosa del otro jueves, pero esta peli de Lenzi es aun peor que su predecesora.

  El argumento es el mismo: canibales que hacen barbaridades con blanquitos (gilipollas y sádicos) y animales salvajes. Pero al menos Holocausto tenía el punto de estar rodada con pretensiones de falso documental, un estilo que le añadía un toque interesante al festival carnicero. En el caso de Canibal Feroz la dirección no aporta nada a la limitadita historia más que el modo mostrativo más puramente turístico (del estilo: "mira cariño, esos salvajes le están cortando el pene a un traficante de droga, grabémoslo para verlo en nuestra casa de Ohio").


  Para no desmerecer la dirección y la estética, el guión es un  pestiño que se dedica a repetir una y otra vez que los villanos son los hombres occidentales que se dedican a dar mal a los pobres indígenas. Y por si a alguien no le quedaba claro el mensaje (que sí, que somos malos) la base de la historia es una estudiante que quiere demostrar que el canibalismo no existe, y como, evidentemente, en esta película eso es completamente falso, oscuras voces en off la atormentan recordándola las tontunas que defendía en su investigación (más efectivo y menos sutil si cabe habría sido que la voz gritara: "TOOONTAAA, Y TÚ DECÍAS QUE NO COMÍAN GENTE").

  Podría pensar que en este tipo de películas la gracia está en las escenas de tortura (con eso del morbo) al estilo Guinea Pig, pero es que ni eso es potable. Los efectos especiales (vamos a llamarles así) son del estilo sirope de fresa y bolsa de basura rellena de tripas de cerdo, con mención especial a la escena de la chica colgada por ganchos de las tetas (dos flanes de plastilina). Los únicos momentos en los que la carnicería parece real es en las matanzas de animales, pero eso es solo porque son reales, y eso, aparte de ser trampa, es una hijoputada interesante.

  Como hablar de la calidad de las interpretaciones me parecería ya insultar a la gente que vive de la actuación (que ni morirnos con un mínimo de calidad sabemos ya), voy a resumir mi opinión sobre Canibal Feroz como: castañote de película que me acabo de comer.

lunes, 7 de noviembre de 2011

"Melancolía" y la narrativa del fin del mundo

  El planeta Melancolía se ha estrellado contra la Tierra aniquilando absolutamente toda vida y aborbiendo en su descomunal masa azul la pequeña esfera en la que la raza humana solía habitar. Sobre esa destrucción, Lars von Trier inserta imágenes de una historia que aun no conocemos con Kirsten Dunst vestida de novia y Charlotte Gainsbourg huyendo por el césped con un niño en brazos. Unas imágenes afectadas por una angustiosa gravedad que ralentiza los movimientos de las mujeres y las hunde en la tierra creando una unión/confrontación entre las figuras humanas y la naturaleza que amenaza con destruirlas y hundirlas en sus terrosas profundidades.




  Tras este prólogo, muy similar al "suicidio infantil" de Anticristo, el director danés deja en manos de sus dos chicas el desplegar la historia de sus últimos días en la Tierra, una historia puntuada por un gigantesco modificador, el agresivo planeta escondido tras el Sol, que con su malvada presencia media toda la fantasía voyeurista que es el relato de la boda y el cuento intimista de fascinación autodestructiva y terror preservador de la segund mitad. La gran mole del globo azul está presente para el espectador desde el minuto uno, y se hace presente en distintos momentos y de diferente manera para los personajes. Melancolía estimulará el fagocitador intelecto del hombre de la casa (Kiefer Sutherland) obligando a su familia a absorver su amor por el planeta destructor. Aterrorizará a la madre y hermana coraje, Claire, convirtiéndola a medida que se acerca a la colisión en una figura doliente, un ser a medio camino entre la maternidad sacrificada y el pánico al abismo de la destrucción. Y mistificará a la cada minuto más etérea Justine (Dunst) que se irá atavizando en una evolución interpretativa desde la felicidad prenupcial hasta la extrañeza por la propia humanidad para terminar por interiorizar a una femenina divinidad, similar y a la vez opuesta al divino femenino de Anticristo, opuesto porque lo que en Anticristo era el eterno ciclo de destrucción representado en la procreación, aquí es la capacidad creadora de la terrenal y celestial Justine a medida que se acerca la total destrucción.

  Melancolía es, en resumen, una evolución extrema y cruda de dos personajes femeninos galardonables hasta el límite, un ejercicio estético sobresaliente acerca del fin del mundo y el verdadero terror cósmico, y un ejercicio magistral del horror implacable en fuera de campo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

La triste lección de Campofrío con La Noria

  Campofrío, Puleva y Bayer retiran sus anuncios del programa de telebasura de (a ver si lo adivina alguien) TeleCinco debido a la entrevista pagada (y bein pagada) a la madre de "el Cuco". Una buena noticia de base, porque todo lo que sean golpes en la línea de flotación de esta factoría de mierda catódica (o tedetiana) es bueno para las neuronas del pueblo español. Pero no ten buena si tenemos en cuenta que, hasta este golpe jamonero, todas las ideazas del tipo morboso que se les han ocurrido a los chicos de Vasile (ya sea hablar con los muertos, pagar a chonis para que se muerdan los ojos en directo o entrevistar a putillas de medio pelo para que cuenten de qué color tiene el pelo de los huevos el torero de turno) les han salido muy rentables en cuanto a audiencia y, por lo tanto, en cuanto a pasta recaudada a base de inserciones publicitarias.


  Esto es: qué bonito que alguien le de un palo a los programas chuscos de TeleCinco, pero qué lástima que tenga que ser una empresa charcutera la que venga a poner orden (previa queja de los clientes, eso si) porque a la audiencia no solo no le importa la moral del contenido, sino que pide cada vez más bajeza en la calidad del mismo.

  Reflexión al respecto desde la más pura negatividad de investigador del audiovisual: no es que tengamos una mala televisión, es que tenemos una muy mala audiencia.

jueves, 27 de octubre de 2011

Yatterman, el lado tonto de Takashi Miike

  Takashi Miike es un director caótico y anárquico sin ningún tipo de control sobre su imaginación (opino). Por eso hace cosas rarísimas que no tienen nada que ver con lo que se pueda esperar de él (sea lo que sea). Si habéis visto Ichi the Killer, Audition y 13 asesinos, pasaos la lado duro con Yatterman. Kitsch hasta la náusea, rosa como el vómito de Paris Hilton y muy muy (pero que muy) absurdo. Aquí una muestra: 

domingo, 23 de octubre de 2011

"Caro Diario", el cine (casi) más grande que la vida

  Impresionante el discurso que articula el italiano Nani Moretti en Caro Diario. Tres capítulos sin ningún nexo de unión salvo el protagonista, el mismo director, y su manera suavemente irónica de ver la vida. Tres capítulos tan llenos de cine que por momentos abandona cualquier pulsión narrativa por el interés puramente estético de la expresión emocional.



  Moretti construye su teoría sobre el cine-vida con tres trayectorias personales sin nigún conflicto aparente que llena de matices y reflexiones con tanta posibilidad discursiva que solamente se perfilan y que no se definen con claridad. Es la superposición, la yuxtaposición y el contraste de esos matices de absoluta belleza los que crean una sensación total que se va modificando y aumentando hasta que el mensaje, el lienzo completo, se vislumbra con la sinceridad y la inaprensibilidad que tienen los relatos vitales más exactos.

  La vida es inabarcable, no cabe en un relato, pero Moretti es capaz de tratar de filmarla en sus momentos de mayor verdad y reunirlos para que la sintamos más cercana de lo que estamos acostumbrados.

domingo, 16 de octubre de 2011

Las mil formas de ver el cine

  A medida que vas hablando, leyendo e investigando el cine te vas dando cuenta de que no hay una sola manera de acercarse a un texto fílmico, sino que hay cientos o miles (bueno, igual un poco exagerado).Así, si tomamos como ejemplo, yo qué sé, Eduardo Manostijeras, podríamos ver la película fijándonos en la historia que cuenta y en las sensaciones que nos provoca su desarrollo. Esta sería la que la mayoría de la gente usa y probablemente la que a mayor nivel de subjetividad se presta. Pero si rascamos un poco (o un mucho) más en la superficie del texto podemos encontrar perspectivas igual de fascinantes o más.

  Podemos fijarnos en su relación con otros textos, literarios, audiovisuales, mitológicos, artísticos, y ver la relación que tiene con los mitos creadores al estilo de Frankenstein, Prometeo, Pigmalion,... ; o su relación con el romanticismo y la novela gótica y sus ambientes mágicos inscritos en la sociedad victoriana; o vincularlo con el resto de la obra de Burton y comprobar lo que supone este cuento siniestro dentro de la carrera del autor.

  Por otro lado, podríamos analizar la estética del filme, y profundizar en su uso de la fotografía y la iluminación para crear ambientes cromáticos que influyen en el tono de la historia; o acercarnos a su diseño de decorados, vestuario y atrezzo para identificarlo con el cine de terror gótico y con la estética de los felices años 50 americanos.

Estaría también la opción de analizar su guión y la manera en que los personajes están definidos, la profundidad o superficialidad de los protagonistas y secundarios, el interés y peso específico de las tramas, arcos y subtramas de los actantes, o la pertinencia de las peripecias, giros y nudos argumentales de la historia.

Podemos, en resumen, darle peso a cualquiera de las facetas que se nos puedan ocurrir, pero es muy complicado que en el espacio de una opinión, crítica o entrada de blog (ejem) entren o se pueda profundizar en todas ellas. Por eso cuando definimos como "buena" una cinta, tenemos que tener claro a qué análisis de esa cinta nos estamos refiriendo: uno intertextual, estético, narrativo, de género, de guión, psicológico,... o de una ponderación de varios de ellos.

  Lo curioso (o no tanto) del tema es que a medida que discuto sobre cine con distintas personas me voy dando cuenta de que cada uno arrima el ascua a su sardina, en este caso a su ámbito laboral/universitario/investigador. Es decir, cuando un historiador ve "Gladiador", probablemente se estrá fijando casi en exclusiva en su certeza al apuntar datos históricos más que en su capacidad audiovisual o su potencial como narración.

  Desde mi caso particular puedo recordar a científicos que ven "El origen del planeta de los simios" mediados por su posibilidad empírica, doctoras de género que centran "Sucker Punch" en la manera en la que presentan la figura de la mujer o literatos en ciernes que en una adaptación literaria buscan la similitud del transvase a la pantalla. Más dentro aún del mundo de la investigación audiovisual, existen casos a los que solo les interesa la capacidad intertextual del discurso, otros a los que la forma del montaje les parece lo fundamental, aquellos a los que la estética les resulta la base del cine y, cómo no, mi caso, en el que por mucho que trate de desdoblarme en mil campos a la vez, siempre veré el texto visual como una cuestión de encuadre, tiempo narrativo y focalización.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Pasta para el TDT Party

La multiplicación de canales de televisión y radio de hace unos años desembocó en un aumento de las señales informativas de la derecha que se empezó a conocer como el TDT Party, un conjunto de medios audiovisules orientados más a la derecha de lo que estábamos acostumbrados y que estaba formado por canales del estilo de Intereconomía, Libertad Digital, Popular TV, Veo7, La10 o (incluso) TeleMadrid.

Con el paso de los años, la crisis y el desmenuzado brutal de la tarta publicitaria, la mayor parte de estos medios han tenido que replantearse su modelo de negocio y cerrar algunas de sus áreas (caso de Veo7 y La10) o tomar el más penoso y lastimero camino de la caridad de los fanáticos. Este último fue hace unos meses el caso de Intereconomía, que en un primer momento directamente puso a disposición de sus seguidores un número de cuenta en la que ingresar las ayudas financieras al medio, y que más tarde y debido al escarnio general que causó el mendigar ayudas para su empresa, cambió el modelo por el de "club de socios", un club de socios de pago que eliminaba el nada glamouroso cariz de la limosna para cambiarlo por el no mucho más digno (para una empresa privada) estilo de la limosna domiciliada



Visto que las audiencias no ayudan y que la publicidad continúa sin ser suficiente para sostener la empresa, el medio que puso una tienda en su página web para vender jamones y figuritas de sus presentadores estrella, Libertad Digital,  ha decidido seguir la senda de Intereconomía y pedir directamente a su público que saquen su orgullo por seguir un medio de la más pura y rancia derecha y lo transformen en dinero contante y sonante.

Lo más curioso del caso es que uno de los elegidos para promocionar su nuevo carnet de socios es Federico Jiménez Losantos, la estrella de la radio del grupo, EsRadio, y el hombre que hace unos meses se regodeaba en las saneadas cuentas de su grupo de medios mientras su competencia en el TDT Party se arrastraba por el fango de la telemendicidad. Bueno, pues Losantos ya se ha bañado en el barro de la súplica que ya cató al vender los muñequitos de su noble figura, y no parece que le haya resultado tan jocoso como cuando lo hacía Intereconomía.

domingo, 9 de octubre de 2011

"Cacería" el espíritu indie del terror

  Las cosas como son, "Cacería" ("Wilderness", Michael J. Bassett, 2006) es una película de terror plagada de tópicos (la premisa de la cacería humana es más vieja que la tos, recordemos en este mismo blog Poppers), con fallos y cutrezas de dirección muy duros (cambiar de cámara y de lentes en mitad de una escena debería esar prohibido por la Academia de Cine) y unas actuaciones de función de fin de curso.


  Pero también es verdad que tras estre producto de segunda fila sin pretensiones se esconden un par de hallazgos curiosos. Por un lado el discurso a lo Battle Royale o Misfits sobre la problemática de la juventud excluida e inadaptada de la sociedad moderna y las derivaciones violentas que conlleva. Y por otro lado el fresco espítitu underground que rodea toda la película, con referentes del gore y el cine independiente británico, en especial de la estética, la estructura y los elementos ambientales de Dog Soldiers. En definitiva, que no es la película más necesaria del terror inglés, pero con su anárquico aire de cine de gamberro aficionado al género le hacen resistir con solvencia el visionado.

jueves, 6 de octubre de 2011

Dora la Exploradora y la carnaza para los medios

Hace un par de días la noticia de la pelea en la Puerta del Sol entre Dora la Exploradora y Minnie Mouse (mediada entre Bob Esponja y Patricio) se convertía en un trending que todo el mundo quería leer y todos los medios pugnaban por tratar de redactar con la mayor mala baba posible. Normal, la gente también se alimenta de chorradicas como esta, y no solo de crisis, recortes y mierdas del corazón.

  Pero a medida que se piensa más, uno se da cuenta de que más allá de lo risible del asunto, debajo de esos disfraces se esconde una historia que ha desembocado en violencia y que los medios y el público ha decidido tapar con una intrascendente capa de dibujo animado infantil subvertido.



  El medio que, por ahora, ha tocado el cielo de la degeneración periodística con esta historia ha sido TeleMadrid, que en esta entrevista en Madrid Directo ha sido capaz de mirar a la cara de la persona que estaba bajo el disfraz de Dora, y reírse de su drama sin que los intentos de la mujer por tratar de denunciar e informar sobre su situación le importaran una mierda al periodista que la preguntaba al oído si Bob Esponja es buena gente o a los presentadores que desde plató pedían más sangre. Vergüenza debería darnos estar dando este ejemplo desde los medios de comunicación. La humillación del desgraciado como medio de escarnio público y de conquistar a la audiencia.

sábado, 1 de octubre de 2011

"Poppers", más allá de lo lamentable

  No sé si se puede decir algo bueno de este subsubproducto cinematográfico al borde del género terrorífico. Todo en esta producción de 1984 produce más vergüenza ajena que deleite. La historia podría pasar por un giallo, algo de gótico americano o incluso por cierto spanish gothic con elementos urbanos: un grupo de decadentes aristócratas y empresarios inician una cacería humana del asesino convicto de hijo de uno de ellos. El ridículo relato entre lo rural y el neopunk que se construye a partir de esta premisa es tan lineal que avergüenza, con una música de frenopático ochentero desquiciante, unas actuaciones de juzgado de guardia (alguna incluso de cadena perpetua) y un director al que habría que condenar de por vida por haberse atrevido a coger una cámara.


  No hay absolutamente nada salvable en este mediocre discurso exploit que trata de aprovechar el cruce entre la nueva juventud de la movida y la clase dirigente tradicional. Ni su estética, ni su capacidad de transgresión (que no la tiene), y ni siquiera una capacidad para presentar ese submundo cyberpunk que en varias ocasiones trata de poner en foco (ese baile de vedette gótico en un local de skin-heads estabulados con un foro relleno de cabras... por dios).

  En resumen, un despróposito en sesión contínua de nuestro cine patrio que debería haberse abortado en la preproducción y que queda como ejemplo de la mierda que se puede llegar a hacer cuando no se tiene la más remota idea sobre cine.

  Si alguien quiere datos de esta auténtica basura del séptimo arte: "Poppers"

domingo, 25 de septiembre de 2011

Viernes 13 VII: La Película (vs Carrie)

Ya tiene tela que tenga que ser la séptima parte la mejor de la saga, pero es lo que hay. Si la quinta era un despropósito sin paliativos y la sexta salvaba el tipo por el viraje al humor y la autoparodia, la séptima plantea un argumento prometedor con hallazgos interesantes (no en vano estaba planteada como un crossover con la creación de Stephen King "Carrie"): el conflicto entre los traumas de la protagonista, la avaricia del terapeuta y la madre incapaz de reaccionar; la panda de adolescentes con una proyección de vida más allá del fin de la película (algo no muy normal en esta saga, en general los chavales son carnes con ojos que sirven para sangrar y poco más, pero en este caso algunos incluso tienen planes, ambiciones e intereses); la creación de ambientes opresivos con fueras de campo a base de juegos de luces y sombras,...

  Tampoco voy a decir que sea buena, que no es para tanto. No iba a ser esta la primera Viernes 13 de calidad, con un material que ya ha demostrado en seis ocasiones que no da para mucho. Pero por lo menos plantea un par de ideas curiosas que refresca un poco el erial que ha sido el mundillo de Jason Voorhees desde su nacimiento-muerte.Vamos, que para ser Viernes 13, ni tan mal.

jueves, 15 de septiembre de 2011

A medianoche me llevaré tu alma: un cuento gótico alargado hasta el pre-gore

Un cuento de Poe alargado hasta la náusea, con toques de un gore muy naif (como corresponde a la época) y con una narrativa y estética que copian a películas al menos 40 años anteriores (sorprende que no sea muda). En eso consiste esta película brasileña. Ojo, no dudo que como documento para el estudio del género en el país sea un icono, pero hablando de relato cinematográfico esto es una castaña con todas las de la ley. 


  Si algo merece la pena destacar del film es el personaje protagonista, un sádico de pura cepa que disfruta torturando y sembrando el terror en su pueblo a cara descubierta. Este relativo hallazgo se va al garete por el tufazo a moral católica de la más rancia que respira todo el argumento, a la escasa y errática caracterización de personajes (se llama guión, amigos, y ya existía de antes) y sobre todo una capacidad de teatralizar los diálogos hasta el ridículo, sobre todo en el alargado final entre tumbas.

  Sumando a todo esto unas peripecias que no hay por donde cogerlas a no ser que suspendas la incredulidad más allá de la labor del director con una buena dosis de setas (¿un pueblo entero de hombres rudos atemorizados por un solo espantajillo de negro?) nos queda una película que podría ser salvable al nivel de memoria histórica pero catastrófica para tratar siquiera de sacar de ella algo de chicha cinematográfica.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Viernes 13 V: Un nuevo comienzo

  La quinta parte de esta saga de terror tiene el honor de ser la peor en una lista que ha dado mucha mierda al género. Si ya la primera parte era solo una mala copia de La noche de Halloween que aportaba poco más que el motivo sexual y la mitología de campamento de verano, esta vez los creadores se lucieron con un caos de película que no acierta ni a nivel de divertimento.

  La fórmula es exactamente la misma que sus cuatro predecesoras, pero donde éstas aportaban un par de elementos interesantes por cinta (por citar alguno, la divergencia de espacios en la cuarta o el ritmo de la persecución final en la primera), la quinta parte solo recicla y copia los más tristes clichés que vinieron antes: la escena del granero es calcada a la de la tercera, los breves momentos de huída tratan de imitar a la claustrofóbica encerrona de la original (que ya de por si era un pastiche bien resuelto de otras cintas) y así durante todo el filme se van desgranando deja vus que más allá de la influencia y la referencia pasan directamente al autoplagio.


  Es una pena que no aproveche un par de ideas que le podrían haber aportado un poco más de gloria, como lo que parece ser una obsesión mutua entre el protagonista y Jason, o la perturbación mental (que no se ve por ninguna parte) de los chavales del campamento. Se esperaría algo así durante la primera media hora, en la que vemos al Tommy, el niño superviviente de Viernes 13 IV, como un joven ligeramente perturbado y con obsesión por los monstruos, o al ver a uno de los internos asesinar a hachazos al huérfano gordito, pero bien pronto se olvida todo para dar rienda suelta a los asesinatos sin sentido de personajes al azar, sin presentación.

En resumen, un sin dios de muertes de todo aquel que pase por allí, mal narrado, mal fotografiado, mal interpretado y encima con un final que trata de añadir chicha donde no la hay. Mal, muy mal

Destino Final 5 y el relato de lo innombrado

  Es complicado para los que nos gusta el género del terror justificar cuáles son las cualidades que vemos en él más allá de la diversión, la descarga de afrenalina, el morbo y esas cosillas. Más complicado aun si hablamos de sagas comerciales que llegan más allá de la tercera parte. Si dices, por ejemplo, que te ha gustado lo último de Saw los que te rodean asumirán que te gustan las vísceras en pantalla y que te has echado unas risas con los colegas mientras torturaban a jóvenes indefensos. Pero si acto seguido les complementas la información con un análisis superficial del uso de la focalización en el porno-terror y la evolución de su uso en esta saga en particular, la cosa cambia.

  Como ya estoy acostumbrado a esta escena, hoy voy a hablar un poco de las virtudes ultra-viscerales (más allá de la casquería) de lo último de una saga que ha basado su éxito, a primera vista, en inventar los modos más absurdos de matar a la gente, y según mi visión del cuento, en la confrontación de los relatos de terror clásico y contemporáneo. Esto es, mientras el miedo contemporáneo tiende hacia el nivel mostrativo como arma para espantar, los relatos siniestros hasta principios de siglo y, por lo tanto, las primeras décadas de la historia del cine, hablan más de lo innombrable del terror recurriendo a la imaginación del espectador/lector para producir imágenes de espanto (recordemos en este punto historias como la que da nombre a este blog, El hombre de arena, o La pata de mono).

  Destino Final plantea al espectador las piezas del puzle que conformarán la muerte de la víctima y deja durante varios minutos a la imaginación del espectador el juntarlas formando decenas de macabras visiones de destrucción corporal para finalmente elegir una de ellas (o inventarse una nueva). En este esquema, la primera parte, la de la imaginación, corresponde al relato clásico, y la segunda, al mostrativo contemporáneo, estableciendo un diálogo entre ambos modelos que reflexiona sobre el poder de lo innombrado en relación con lo nombrado, recalcado y subrayado hasta lo indecible.



  La quinta parte de la saga ahonda este trabajo de concluir el horror imaginado con un terror muy real y físico, y lo hace con una mayor dosis de planteamiento, una mayor preparación del escenario letal con un sinfín de piezas de puzzle para descolocar al espectador acerca del abusivo número de muertes que se podrían suceder. Esta amplia preparación contrasta con las, como siempre, rápidas y fulminantes muertes, que lanzan un mensaje claro al público: no es tan terrorífica la muerte ocurrida como conocer las muertes posibles, es decir, es más intenso el conocer los cientos de peligros que nos rodean en nuestra vida que la muerte accidental misma.

  El trabajo de focalización o punto de vista refuerza esta visión dando a conocer al espectador todos los elementos que podrían causar la muerte, mientras la futura víctima no es capaz de identificarlos. O lo que es lo mismo, al elevar nuestro punto de vista sobre el del personaje que va a morir se nos permite imaginar, al estilo clásico, los horrores que serían posibles en ese escenario, además de aumentar el suspense al dejar al protagonista sin el conocimiento de esos horrores.

   Este es un análisis muy superficial del subtexto genérico que sostiene esta saga de películas y esta entrega en perticular. Se podría ahondar mucho más en este tema, y sería aun más interesante entrar a explicar el trabajo narativo que hay en ellas (es en especial el análisis que se podría hacer del uso de la división de espacios, el fuera de campo y la profundidad y la pared de fondo), pero para una reseña de un blog ya vale con lo hecho.

Lo dicho, un poco más de perspectiva al hablar de un género tan complejo como el terror, que no solo Bergman sabía hacer subtexto.

jueves, 18 de agosto de 2011

#17A , manifestación laica

Habrá mil visiones de la manifestación de hoy, porque entre la gente que ha estado y estaba a favor, la que ha estado y esaba en contra, la que ha estado y directamente miente y la que no ha estado y se la inventa, montamos una sinfonía de versiones para todos los gustos.

  Yo me limito a contar lo que he visto: A las 7 y media o así desde Tirso hemos empezado a andar hacia Jacinto Benavente, donde había un grupo de peregrinos (cristofreaks, papanatos o lo que sea), rezando en círculo con una especie de cruz barroca en la mano, que digo yo que ya son ganas de joder la marrana ponerse a hablar con Dios en el trayecto de la procesión laica. En fin, ningún problema con los rezadores, la gente los ha rodeado, y ningún incidente con un par de grupos de curas y chavales de las Jornadas Mundiales de la Juventud que había a los lados. Seguimos bajando por Carretas y algunos peregrinos pasan por los lados de la columna sin que nadie les diga nada. Una voluntaria con su camiseta verde está en la puerta del Lefties y la gente pasa de ella ampliamente. Una odisea para llegar hasta Sol al paso de la hueva, debido a que los peregrinos han decidido acudir a cientos a dar mal a la Plaza, una provocación como otra cualquiera, porque la marcha estaba avisada desde hace tiempo y el trazado estaba claro que pasaba por Sol. Cuando hemos llegado a Sol los peregrinos se han ido retirando, hasta donde yo he visto por la afluencia y empuje de los manifestantes que venían detrás, y madre mía la cantidad de gente que bajaba desde Tirso. Al rato la gente se ha ido yendo con la mani, y me he quedado un rato más en Sol, donde algunos habían decidido tomar fuentes y entradas de metro para protestar un rato en la simbólica plaza. Algunos grupos de peregrinos pasan por la plaza sin problema y a otros los manifestantes les gritan de lejos, sobre todo "Esa mochila la he pagado yo".



Vamos, que hasta que yo me he ido no había ningún tipo de violencia, radicalismo ni ataques a los mochileros religiosos (lo que no quiere decir que justo cuando he salido de Sol no haya empezado una matanza caníbal, no lo sé).

Cuento mi experiencia porque viendo el relato que Intereconomía (mi medio de comunicación de cabecera) ha hecho de la "manifestación de anticatólicos radicales" (literal) da la impresión de que allí éramos todos unos salvajes con el único objetivo de apalear jovenes cristianos, y la verdad que la gente que me rodeaba eran de lo más variado: familias enteras con niños pequeños, grupos homosexuales, punks, pijillas de Zara, señoras enlacadas de partida diaria, hippies de los de toda la vida, heavylonguis,...

En resumen, si la gente ha visto demonios bajando por Carretas para hundir la España católica, casi mejor que revisen el kit de peregrino, que les están dando algo caducado

lunes, 8 de agosto de 2011

Bancos no, confesionarios si

Hace un par de años el Ayuntamiento de Madrid decidió que los bancos de las calles de Madrid eran demasiado propensos a ser ocupados por apestosos vagabundos cansados de patear las calles de Madrid y sustituyó una buena parte (incluidos todos los de mi calle) por incómodas, pero decentes, sillas de hierro unipersonales y ancladas al suelo. Una decisión muy cristiana, vive Dios. Poco tiempo después la sucesora de Doña Carmen Polo, Doña Ana Botella, calificaba a los sin hogar como “una dificultad añadida para la limpieza de Madrid”, muy en la línea de las acciones de su ejecutivo. El resultado de esta fantástica medida es evidente: la gente que antes se sentaba en la calle a hacer vida social (y es algo que yo he hecho con mis amigos durante muuuchos años y que mis abuela tenía costumbre de hacer con las vecinas) ya no cuenta con un espacio público. La opción ahora es quedarse en casa, permanecer andando o de pie, o sentarse en una de las maravillosas terrazas a las que el consistorio cede amablemente (a cambio de otros amables pagos) a los bares y restaurantes. Algunas señoras no se rinden y se hablan a gritos entre las sillas separadas por un metro, valientes ellas.


Con motivo de la visita de Benedicto XVI a Madrid, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido ceder espacio público, concretamente en el Parque del Retiro, para colocar 200 confesionarios para los fieles que vengan a visitar esta bendita villa. La conclusión que yo saco de estas dos gestiones del espacio público madrileño están seguramente manipuladas por mi sucia mente de agnóstico antisistema radical perroflauta (o lo que sea):
  1.  Ser indigente no mola, ser católico sí.
  2.  Sentarse en la calle a hablar con la gente no mola, sentarse en la terraza de un bar sí.
  3. Dormir y dar descanso a unos pies cansados de vagabundear ofende a la vista, confesar los pecados ante un ser imaginario es una bella estampa.
Igual es que soy un rojeras y que la religión de la gente me parece un asunto privado que me la  trae al pairo, pero prefiero que en mis bancos (MIS bancos) duerman personas cansadas a que mis parques se conviertan en lugar de culto, pero también es verdad que nadie me ha preguntado.



lunes, 11 de julio de 2011

La obsesión por "M, el vampiro de Düsseldorf"

Hace unos días vi por primera vez (tarde, lo sé) “M, el vampiro de Dusseldorf” y la verdad es que más allá del talento narrativo de Fritz Lang y la genial estética expresionista que crea unas sensaciones impresionantes a través de sombras, no la vi la obra maestra que esperaba. Esencialmente la estructura de tres partes me pareció muy incoherente, algo que lastra el tono general que termina siendo algo impreciso y no termina de encontrar su camino entre la parodia (al punto del humor) de las investigaciones policiales, el film negro de los bajos fondos y el thriller terrorífico del asesino. Por eso en su momento no redacté una entrada sobre la película, porque me pareció un buen trabajo, pero sin ángel (por llamarlo de alguna manera).

Pero con el paso de los días me he ido dando cuenta de que algunas de las sensaciones de esta película se han abierto camino en mi mente y se me van apareciendo en plan obsesión varias recurrentemente. En cuanto pienso en algo relacionado con muerte, asesinos, miedo, terror, o algo parecido (y teniendo en cuenta mi tema de doctorado, es muy a menudo) se me presenta la imagen de M en las calles de Düsseldorf, su sombra, su cara de tímido horror y su enorme inicial blanca en la gabardina oscura. En particular la escena que se me ha clavado sin que me diera cuenta en el subconsciente es esa en la que la niña (siguiente víctima del asesino) le alcanza la navaja a su ejecutor que la mira con ojos de horror. El gesto rígido de Peter Lorre es la expresión de miedo brutal a lo que sabe que va a hacer y no puede evitar, la expresión que resume todo el discurso que debería articular el film: la inevitable maldad del enfermo que no encuentra su lugar en la sociedad, el terror del nefasto destino inevitable que se repite ad eternum.

No hay duda de que en su momento la capacidad de usar el sonido como elemento narrativo dentro de un cine que nunca había hablado fue un activo brutal de esta película, y nadie podría negar la efectividad aun hoy de esa melodía que M silva cuando está de caza, pero también es verdad que una mejor articulación del guión hubiera pasado por una reducción de la sátira sobre la labor policial en la búsqueda del asesino que centrara la atención en los dos elementos básicos de esta historia criminal: los violentos pero fuertemente reglamentados bajos fondos del cine negro y el profundo terror psicológico generado por el inquietante Peter Lorre… y su sombra.

miércoles, 6 de julio de 2011

Intereconomía mola todo

Lo confieso: soy un gran seguidor de Intereconomía. Y no de esos blanditos que lo escuchan en la radio un rato en el coche, o que se ven el telediario de vez en cuando. No, yo soy de los seguidores hardcore que además de la radio y la tdt (party) los sigue en las redes sociales y entra a diario en sus sites y blogs. Así de radical soy. La exposición a su nefasto “estilo periodístico”, que a otros seres humanos causaría úlceras sangrantes, estrés postraumático e incluso diarrea cerebral, a mí me resulta hasta placentera.

Si señores, obtuve placer al escuchar cómo sus tertulianos se desgañitaban hablando de cómo Rubalcaba debería expulsar a los perroflautas de Sol usando la fuerza que fuera necesaria. Obtuve placer cuando en sus medios digitales calificaban a los acampados del 15-M de sedicionistas, radicales, antisistema y violentos (bueno, y varias cosas más, pero mi tiempo es limitado). Obtuve placer cuando informaban sobre la pestilencia, parásitos y casi casi infecciones virulentas que campaban a sus anchas entre los extremistas de izquierdas que protestaban en las plazas de las ciudades españolas.



Pero todos esos momentos de gozo no fueron nada con el orgasmático momento en que los señores creadores de opinión de Intereconomía empezaron a cantar las alabanzas de otro grupo de jóvenes que también acampaban en Sol, que también protestaban en el centro de la ciudad bajo una tienda de campaña: los indignados pro-vida. Y lo más bonito de todo es escucharles hablar de lo buenos son estos jóvenes antiabortistas, de lo bien que lo están haciendo en comparación con los guarros de la otra acampada de Sol, la mala; de lo alegres y festivas que son sus manifestaciones en comparación con las anárquicas orgías de violencia que eran las de los rojillos originales y, en definitiva, que alaben con un gozo ilimitado el mismo comportamiento que hace tan solo mes y medio pedían que fuera castigado. 

Podría filosofar un ratillo sobre el porqué de mi disfrute de este tipo de comportamientos, pero la realidad es que mi interés en seguir a Intereconomía es el mismo que impulsa a otras personas a parar el coche para ver de cerca un accidente: el puro morbo por el cuerpo sangrante y deformado de la sociedad que permite campar a sus anchas a repartidores de odio y crispación. De comprobar que, como en las películas, los malos existen y son muy evidentes (incluso en su aspecto). Y de saber que por muy mala gente que yo llegue a ser, debería hacer cosas muy jodidas para medirme de tú a tú con cierto tipo de personas.

Gracias, Intereconomía, por hacerme sentir buena gente

martes, 5 de julio de 2011

El periodista multimedia, o cómo mandar a la mierda el periodismo

   Hace unos años (entre bastantes y tampoco tantos) la carrera de periodista tenía asociado un prestigio profesional interesante. No es que la gente te tirara pétalos de rosa por la calle o se te rifaran los empresarios, pero existía un cierto reconocimiento. Ser periodista era narrar al pueblo lo que ocurría en los centros de acción, estar en el momento de la noticia para contársela al mundo y divulgar la verdad tratando de dejar a un lado los intereses comerciales y políticos. Vale, es una visión muy de los mundos de la piruleta del periodismo, pero algo de eso había. En esa utópica época de hombres (y mujeres) de letras, los profesionales de los medios se repartían las tareas como una maquinaria bien engrasada (otra vez asoma el mundo de la piruleta): unos creaban los textos de la noticia, otros los dotaban de contenido gráfico y algunos tenían la misión de hacer que todo ese material llegara al público (estos serían los de marketing).

  El caso es que con la llegada y auge de lo digital y multimedia ya no se espera de un periodista que cuente las noticias con eficacia, veracidad (bueno, esto igual nunca pasó), objetividad, y la capacidad de dilucidar entre lo intranscendente y lo importante. Lo que se pide a los nuevos (y no tan nuevos) licenciados en ciencias de la información (nunca fueron menos ciencias que en esta época) es que sean capaces de redactar los contenidos, hacerlos llegar al público por los medios más diversos, dinamizarlos en redes sociales (con feedback, ojito) y posicionarlos en buscadores (lo que viene siendo el SEO). Llegando un poquito más allá, muchas empresas de medios y comunicación ya piden conocimientos de diseño gráfico, realización y edición audiovisual, medición y análisis de audiencias, locución, maquetación de textos e incluso tener nociones de lenguajes de programación (HTML, Java, PHP, o el que toque). Es decir, quieren que una persona sea periodista, diseñador, realizador, editor, esperto en marketing digital, SEO y SEM, community manager, blogger, locutor, y todo esto aderezado con los clásicos conocimientos de programación que aparecen en los temarios de cualquier carrera de letras (ejem). Esto es, a ojo, una persona capacitada para desempeñar funciones de siete u ocho profesionales. Y esto por no hablar de los que, de paso, piden a su personal que coordinen inserciones publicitarias y facturación… (de estos hay menos, a dios gracias).

  Cualquiera pensaría que con el pedazo de perfil que piden las empresas ofrecerán unos sueldazos acorde con los conocimientos del candidato, pero no es raro que la contrapartida a todo este caudal de funciones que se reclaman sea un contrato temporal mileurista o, mejor aún, un contrato de formación de la clase más peregrina que la gente de Recursos Humanos pueda encontrar (y por experiencia os digo que pueden sacarse de la manga cosas muy chungas). 

  No es complicado adivinar por dónde se van a tomar cualquier traza de las buenas prácticas periodísticas cuando tus funciones se multiplican y multiespecializan mientras tus condiciones laborales bajan hasta medirse de tú a tú con las de cualquier empleado de 16 años de un fast-food.

  Cabría preguntarse si la culpa de esta nueva situación es de los avances de la técnica que dejan obsoletos algunos perfiles profesionales, del público que tiene cada vez menos interés en sostener medios de comunicación a gran escala o de los accionistas y directivos de empresas de información que solo ven en esta nueva coyuntura la posibilidad de aumentar los beneficios reduciendo costes de personal explotando a los trabajadores

sábado, 2 de julio de 2011

Transformers: el Lado Oscuro de la Luna (y de la sala de montaje)

Cualquiera pensaría que con la cantidad de dinero que mueven este tipo de superproducciones hollywoodienses, los resultados a nivel técnico serían por lo menos correctos. Pero Michael Bay ha logrado parir uno de los engendros mayores del ya de por si mediocre cine blockbuster. Terminaría antes hablando de lo que funciona de esta película, que en esencia son los efectos especiales, un par de imágenes molonas y el nivel macarra del que se nutre en gran parte este cine adolescente de pim-pam-pum. Hasta ahí.

  La parte negativa es inagotable, pero lo que por encima de todo me amargó durante las 2 horazas y media que dura este crimen contra el séptimo arte fue el mal (nefasto y criminal) uso que hace del tiempo narrativo. Las elipsis innecesarias, mal explicadas y peor secuenciadas no solo aparecen entre las diferentes secuencias, sino que también abundan entre los consecutivos planos de la misma escena. Los resúmenes son en general confusos, innecesarios y poco afortunados. El conjunto de flashbacks de la primera parte de la película parecen pensados para explicar a una audiencia de desquiciados amnésicos las tonterías más evidentes, llegando incluso a presentarnos flashbacks que recuerdan escenas cinco minutos anteriores del metraje (¿tan idiotas nos creen?). El montaje merecería un monográfico sobre mala praxis audiovisual, pero dejémoslo en que su única capacidad es la de arrejuntar escenas de acción con acierto (para eso es una peli de acción, si ni eso saben hacer, apaga y vámonos), todo lo demás es hacer cortes al tun tun convirtiendo los cambios de escena (y en ocasiones hasta de planos) en espacios vacíos inexplicables.

No entro a juzgar el acierto a nivel de diseño de personajes (robóticos) aunque no será por falta de ganas de pegarle un repaso a  la estúpida funcionalidad del hecho de que el robot inventor tenga calva redondeada, pelo por la nuca y una especie de gafitas redondas para hacerle parecido al clásico buen inventor ligeramente chiflado que ayuda al héroe. Los personajes humanos, esos sí que son harina de otro costal. Son simples, planos y sus arcos argumentales sencillamente no existen. La película empieza en “llegan los malos” y termina en “se van los malos”, toda presencia humana en esta pelea es mera comparsa, porque ninguno de los sujetos de carne y hueso tiene ningún tipo de conflicto ni transformación. Si hacemos una foto del estado de los protagonistas en el inicio y otra de los mismos al final, el resultado es idéntico. La pareja LaBeouf - rubiadeturno (aka Rosie Huntington-Whiteley) comienza feliz hasta la náusea y con la chica un poco irritada por las inclinaciones superheróicas de su novio y exactamente así acaba. Los demás personajes sencillamente aparecen y desaparecen sin ningún sentido en absoluto y sin aportar nada a la historia (que ya sabemos que solo va de robots de sensibilidad plana). 

Podría seguir eternamente hablando de los fallos que esta película tiene a varios niveles, pero voy a concluir con la presencia de la rubia de turno que es como un gran resumen de todos los elementos del filme: innecesaria e incompetente. Es mala actriz, eso por descontado, pero tampoco tiene muchas oportunidades de demostrarlo, ya que la mayor parte de las escenas sale enseñando curvas a cámara lenta, en plano detalle de culo (de estos hay varios) y una toma espectacular (en el mal sentido de la palabra) de su anatomía a cámara lenta colocada en mitad de la batalla épica de los robots gigantes (un plano que no pinta nada que va editado como sigue: robot gigante machacando a otro pedazo de mole mecánica a ritmo de vértigo – tía jamona a cámara lenta – los valientes soldados saltan entre coches y metralla para evitar ser aniquilados, otra vez a ritmo vertiginoso). Asumo que el pibón de turno es esencial para cualquier producto palomitero, pero un guionista hábil y un realizador competente pueden sacarle partido para incluirla en la historia y dotarle de un valor en el metraje, ahí tenemos el ejemplo de Megan Fox, una tía eficaz, una bomba de carisma y un personaje con más chicha (dentro de los posible) que la rubia de labios pantagruélicos que termina de destrozar este aborto de ciencia ficción juguetera que ni a autoparodia llega.