domingo, 4 de septiembre de 2011

Viernes 13 V: Un nuevo comienzo

  La quinta parte de esta saga de terror tiene el honor de ser la peor en una lista que ha dado mucha mierda al género. Si ya la primera parte era solo una mala copia de La noche de Halloween que aportaba poco más que el motivo sexual y la mitología de campamento de verano, esta vez los creadores se lucieron con un caos de película que no acierta ni a nivel de divertimento.

  La fórmula es exactamente la misma que sus cuatro predecesoras, pero donde éstas aportaban un par de elementos interesantes por cinta (por citar alguno, la divergencia de espacios en la cuarta o el ritmo de la persecución final en la primera), la quinta parte solo recicla y copia los más tristes clichés que vinieron antes: la escena del granero es calcada a la de la tercera, los breves momentos de huída tratan de imitar a la claustrofóbica encerrona de la original (que ya de por si era un pastiche bien resuelto de otras cintas) y así durante todo el filme se van desgranando deja vus que más allá de la influencia y la referencia pasan directamente al autoplagio.


  Es una pena que no aproveche un par de ideas que le podrían haber aportado un poco más de gloria, como lo que parece ser una obsesión mutua entre el protagonista y Jason, o la perturbación mental (que no se ve por ninguna parte) de los chavales del campamento. Se esperaría algo así durante la primera media hora, en la que vemos al Tommy, el niño superviviente de Viernes 13 IV, como un joven ligeramente perturbado y con obsesión por los monstruos, o al ver a uno de los internos asesinar a hachazos al huérfano gordito, pero bien pronto se olvida todo para dar rienda suelta a los asesinatos sin sentido de personajes al azar, sin presentación.

En resumen, un sin dios de muertes de todo aquel que pase por allí, mal narrado, mal fotografiado, mal interpretado y encima con un final que trata de añadir chicha donde no la hay. Mal, muy mal

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