lunes, 25 de enero de 2016

La mirada del silencio: Una visión menos incómoda del horror



Si The Act of Killing nos mostraba en 2012 la magnitud del genocidio de la dictadura militar en Indonesia, la nueva obra de Joshua Oppenheimer, La mirada del silencio, acerca el foco a una de las familias destrozadas por sus asesinatos indiscriminados. Y en ese acercamiento a la vez se gana y se pierde. 

Se gana en puntos de vista, añadiendo una calidad poliédrica a este relato de la barbarie humana, de las capacidades para el mal de las masas justificadas por el argumento de la autoridad, del miedo y del odio a lo diferente. Se gana también en humanidad, permitiendo aquí al espectador una cercanía con las emociones de los protagonistas que no existía en la pura monstruosidad de The Act of Killing. Y se gana en una cierta clausura, especialmente en la posibilidad de la familia de obtener información sobre la muerte de su hijo y, muy señaladamente, en la conversación del hermano de la víctima con la hija de uno de los verdugos, una escena magistral con una cámara entregada a la gestualidad de la joven a medida que va descubriendo quién fue realmente su padre.

Se pierde precisamente en los mismos aspectos en los que se gana. The Act of Killing entregaba la frialdad de un país que ha seguido adelante haciendo de los asesinos los héroes y obligando a las víctimas a olvidar y ser olvidadas. Nos enfrentaba con el horror absoluto y sin paliativos del orgullo de los verdugos y torturadores que se saben intocables en su sociedad aún enferma de totalitarismo. Y al eliminar de la ecuación el factor empático del arrepentimiento, de la reconciliación, nos enfrentaba como espectadores al espanto puro de ser humanos, de la maldad sin redención y sin un cierre. En el camino de ese terror puro, Oppenheimer entregaba en The Act of Killing imágenes bellísimas que dolían en tanto en cuanto lo que mostraban era la putrefacción que se iba enquistando en la sociedad indonesia, era la belleza de la carne abierta, del dolor puro. Esa crudeza se ha perdido en su (también maravillosamente contado) reflejo en el espejo, donde la belleza de sus planos nos habla más bien de la melancolía, de la incomprensión, de las oportunidades perdidas para la reconciliación.

Probablemente sea una cuestión de gustos y de moral e información frente a arte y expresión, pero en mi caso, el horror de la belleza de The Act of Killing resultó magistral en su espanto y fascinación ante este pedazo de historia, algo que viene a contradecir esta La mirada del silencio, en la que se avanza hacia un cierre de ese horror en un movimiento que tiene más pinta de consuelo para el espectador occidental que de auténtico camino hacia la reconciliación en la sociedad indonesia.

Lo mejor: Ahondar en los caminos del horror de esta tremenda y muy desconocida historia no tan lejana.
Lo peor: La pérdida de esa distancia y frialdad que permitía observar con impotencia ese horror impune.

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