sábado, 2 de julio de 2011

Transformers: el Lado Oscuro de la Luna (y de la sala de montaje)

Cualquiera pensaría que con la cantidad de dinero que mueven este tipo de superproducciones hollywoodienses, los resultados a nivel técnico serían por lo menos correctos. Pero Michael Bay ha logrado parir uno de los engendros mayores del ya de por si mediocre cine blockbuster. Terminaría antes hablando de lo que funciona de esta película, que en esencia son los efectos especiales, un par de imágenes molonas y el nivel macarra del que se nutre en gran parte este cine adolescente de pim-pam-pum. Hasta ahí.

  La parte negativa es inagotable, pero lo que por encima de todo me amargó durante las 2 horazas y media que dura este crimen contra el séptimo arte fue el mal (nefasto y criminal) uso que hace del tiempo narrativo. Las elipsis innecesarias, mal explicadas y peor secuenciadas no solo aparecen entre las diferentes secuencias, sino que también abundan entre los consecutivos planos de la misma escena. Los resúmenes son en general confusos, innecesarios y poco afortunados. El conjunto de flashbacks de la primera parte de la película parecen pensados para explicar a una audiencia de desquiciados amnésicos las tonterías más evidentes, llegando incluso a presentarnos flashbacks que recuerdan escenas cinco minutos anteriores del metraje (¿tan idiotas nos creen?). El montaje merecería un monográfico sobre mala praxis audiovisual, pero dejémoslo en que su única capacidad es la de arrejuntar escenas de acción con acierto (para eso es una peli de acción, si ni eso saben hacer, apaga y vámonos), todo lo demás es hacer cortes al tun tun convirtiendo los cambios de escena (y en ocasiones hasta de planos) en espacios vacíos inexplicables.

No entro a juzgar el acierto a nivel de diseño de personajes (robóticos) aunque no será por falta de ganas de pegarle un repaso a  la estúpida funcionalidad del hecho de que el robot inventor tenga calva redondeada, pelo por la nuca y una especie de gafitas redondas para hacerle parecido al clásico buen inventor ligeramente chiflado que ayuda al héroe. Los personajes humanos, esos sí que son harina de otro costal. Son simples, planos y sus arcos argumentales sencillamente no existen. La película empieza en “llegan los malos” y termina en “se van los malos”, toda presencia humana en esta pelea es mera comparsa, porque ninguno de los sujetos de carne y hueso tiene ningún tipo de conflicto ni transformación. Si hacemos una foto del estado de los protagonistas en el inicio y otra de los mismos al final, el resultado es idéntico. La pareja LaBeouf - rubiadeturno (aka Rosie Huntington-Whiteley) comienza feliz hasta la náusea y con la chica un poco irritada por las inclinaciones superheróicas de su novio y exactamente así acaba. Los demás personajes sencillamente aparecen y desaparecen sin ningún sentido en absoluto y sin aportar nada a la historia (que ya sabemos que solo va de robots de sensibilidad plana). 

Podría seguir eternamente hablando de los fallos que esta película tiene a varios niveles, pero voy a concluir con la presencia de la rubia de turno que es como un gran resumen de todos los elementos del filme: innecesaria e incompetente. Es mala actriz, eso por descontado, pero tampoco tiene muchas oportunidades de demostrarlo, ya que la mayor parte de las escenas sale enseñando curvas a cámara lenta, en plano detalle de culo (de estos hay varios) y una toma espectacular (en el mal sentido de la palabra) de su anatomía a cámara lenta colocada en mitad de la batalla épica de los robots gigantes (un plano que no pinta nada que va editado como sigue: robot gigante machacando a otro pedazo de mole mecánica a ritmo de vértigo – tía jamona a cámara lenta – los valientes soldados saltan entre coches y metralla para evitar ser aniquilados, otra vez a ritmo vertiginoso). Asumo que el pibón de turno es esencial para cualquier producto palomitero, pero un guionista hábil y un realizador competente pueden sacarle partido para incluirla en la historia y dotarle de un valor en el metraje, ahí tenemos el ejemplo de Megan Fox, una tía eficaz, una bomba de carisma y un personaje con más chicha (dentro de los posible) que la rubia de labios pantagruélicos que termina de destrozar este aborto de ciencia ficción juguetera que ni a autoparodia llega.

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